
Candela Santiago / Fotos : Jaime Poniente / Peluquería y Maquillaje : Grupo Nebro / Texto y Asistente en fotos : Miguel Lobo
Candela y Tamara
Cuarenta años en el camino hacia a la libertad
La vida de dos mujeres transexuales, separada por 40 años de diferencia. Sus vidas están unidas por el destino, el hecho de ser ambas de raza gitana y de haber llevado una vida muy dura y cargada de obstáculos para poder llegar a ser ellas mismas. Cuarenta años separan la historía de estas dos mujeres que lo son por derecho propio. Es necesaria una evolución en la cultura gitana y la sociedad en general con respecto a la transexualidad, para evitar el sufrimiento de estas personas.
Hace casi cuarenta años del estreno del documental “Vestida de Azul” de Antonio Giménez-Rico donde unas mujeres transexuales que vivían en su mayoría en la marginalidad, acosadas por la policía y ejerciendo la prostitución se nos presentaban como luchadoras simplemente por el hecho de existir, una de ellas, Tamara, sufría una triple exclusión: ser mujer, gitana y transexual. Cuando la serie “Veneno” nos descubrió a Candela Santiago, ella interpreta el personaje de esta, amiga íntima de Cristina, basado en la misma protagonista de “Vestida de Azul”. Su historia, a priori, única, no es extraña para Candela, ella también mujer, gitana y transexual, ha vivido, años después, una experiencia similar, además de interpretarla con éxito en la serie.
Candela es de Barcelona, de padres Andaluces, tiene 35 años y desprende una seguridad y confianza, solo quebradas, cuando recuerda algunos episodios de su vida, ella se ha construido a sí misma y eso se nota, pero también ha sufrido el rechazo de una sociedad machista y sobre todo el de su propia familia. Criada en una familia gitana, muy tradicional y evangelista, tuvo que afrontar una infancia bastante dura, vivía pensando que ser ella misma era un castigo divino, una maldición y tuvo que pasar por palizas y humillaciones contantes. Tamara contaba con palabras parecidas como su familia le agredía y había sufrido ese mismo rechazo y a diferencia de otras de las protagonistas del documental, cuyos familiares aparecían dando a su manera algún tipo de apoyo, la familia de esta no aparecía y se negaron a participar.

“Desde que era pequeñita, ya sentí que era una niña, cuando mi madre no se daba cuenta, yo cogía sus pintalabios y me pintaba a escondidas debajo de su cama. Yo soy muy creyente y le pedía a dios todas las noches que por la mañana fuera una niña”.

Cuando Candela, fue un poco más mayor, encontró en una prima un poco de consuelo y de manera inocente comenzó a pedirle pastillas anticonceptivas.
“Cuando quise dar el paso, pedí ayuda a una prima mía, ella tomaba las anticonceptivas y yo se las pedía , un día me pregunto si quería ser mujer, y le dije que sí, y fue a la primera a la que le conté y me cubrió en mi proceso, cuando empecé tenía una fisionomía más femenina, y enseguida empecé a notar cambios”
Esto le hizo coger fuerzas para continuar su lucha, hasta que su familia empezó a ser consciente de estos y volvieron los problemas y los golpes. Con 17 años se fue a Barcelona, teniendo que ejercer la prostitución, y con la ayuda de apenas una sola amiga que la acogió en su casa,
“Empece ejerciendo la prostitución, a través de mi amiga Maribel, que me llevo al Camp Nou, donde dure pocos días, ya que las otras chicas eran muy agresivas y yo aunque también lo era, (de hecho me apodaron la gata), no podía estar allí, estaba encerrada en mi misma y antes de que me hicieran daño prefería hacerlo yo”.
Candela sabía perfectamente quien quería ser, pero tenía miedo constante por su familia. Desde pequeña siempre había escuchado decir a su padre, “No quiero maricones en mi casa” y, de hecho, tuvo que hacer vida como chico gay, ya que incluso sus padres preferían eso a que fuera una mujer transexual. Como consecuencia de esto llevo muchos años una doble vida e incluso llego a tener un armario cerrado con llave, con vestidos y zapatos que se ponía a escondidas, hasta que su madre termino descubriéndola y aunque ella logro tranquilizarla, los problemas vinieron cuando su hermano se dio cuenta y se lo contó a su padre, lo que tuvo como consecuencia una paliza casi mortal, que la obligó a esconderse en un hotel durante 3 días. Estas huidas eran algo habitual para Candela, y con 20 años decidió cambiar de ciudad:
“Después me fui a Madrid a ejercer de nuevo, mi familia se enteró a través de otros familiares que vivían en Madrid y me dieron caza, me cortaron el pelo que lo tenía larguísimo y me obligaron a vestirme con ropa de hombre, estaba todo el día encerrada y entre en depresión, cogí muchos kilos, mi elección era vivir mi vida o mi familia”.
Las elecciones constantes le volvieron a llevar a una vida que no quería y por un problema de salud de su Madre, volvió a enterrar a Candela para satisfacerla, ya que el sentimiento de culpabilidad era más fuerte que su propio deseo de transicionar.

Ella siempre tuvo como referentes a Lola Flores y a Cristina Ortiz “La Veneno”, e incluso más tarde a la mismísima Tamara que aparecería en su vida en la adolescencia:
“Yo llegue a ella, indagando en Internet, descubrí el documental de Antonio, cuando la vi, no podía creerlo, era mi vida en la pantalla, viéndola, sentía que podía ser yo misma. Tamara era para mí un ejemplo de lucha, lo que yo podía conseguir como mujer gitana.”.
Estas figuras le dieron el empuje necesario para empezar su transición ya a una edad más avanzada, después de haber superado todos los impedimentos que familia y la propia sociedad le habían impuesto. El destino y su naturalidad jugaron un papel importante, para que Javier Calvo y Javier Ambrossi se fijaran en ella para hacer en la ficción de la persona que ella tanto admiraba y participar en la serie de su amiga Cristina, a la que pudo conocer en persona antes de que falleciera. Durante el rodaje de la serie, vio su vocación como actriz y ahora disfruta posando para distintos reportajes y concediendo entrevistas sobre su futuro presente laboral.
Candela es ahora una mujer independiente, y sobre todo una estrella, para ello ha tenido que dejar atrás a su familia y empezar de cero, pero con sus cartas y condiciones. Tamara, no pudo disfrutar de ningún éxito ya que falleció en 1995, victima del SIDA. Podéis encontrar más información sobre “Vestida de azul” el documental, en el libro de Valeria Vegas “Vestidas de Azul: Análisis Social y cinematográfico de la mujer transexual en los años de la transición española”
Una serie de televisión, nos ha dado a conocer a alguien único y que con fuerza y muchísima perseverancia ha logrado ser esa mujer gitana y sobre todo libre. En definitiva, la verdadera libertad: poder decidir quién quieres ser, sin que nadie decida por ti.


