Aprovechando una declaración así, le pregunto por la posible lectura política de sus versos dado que algunos de ellos contienen referencias explícitas a su orientación e identidad política y sexual. No le interesa, responde, aunque sabe por su formación y experiencia en la lectura que todo es susceptible de ser leído políticamente pero, aunque sea un ejercicio respetable, en su caso cree que eso podría confundir su obra con los planteamientos y los objetivos de lo que denomina “literatura panfletaria”, con la que nada comparte. No hay manifiesto: Juanpe construye poesía consigo, en su propia representación y el análisis simultáneo de la misma, lo que convierte a Desde las gradas en testimonio de una sensibilidad que puede emparentarse con muchas otras también alegres, enamoradizas, inteligentes y ansiosas por hallar su voz, sin ocultar en este caso la influencia de quienes ayudan a encontrarla. De entre sus muchas referencias e inspiraciones nombra, principalmente, a cantantes y compositores como Lana del Rey, Plan B o Sufjan Stevens, y a poetas como Andrea Abello (que nos regala un acercamiento al autor en la contraportada), Mariano Blatt y, sin dudarlo, Berta García Faet. Para esto también hay un par de páginas dedicadas al final, donde menciona o cita para interés del público, y sin reparo alguno, cada pluma y voz a la que homenajea, reescribe o simplemente admira.
En lo que respecta a su carrera literaria futura comenta que, por lo pronto, está desarrollándose orgánicamente, que tiene varias ideas danzando en la cabeza pero que trabaja acorde a circunstancias y compromisos presentes. Su técnica es desvergonzada (copia a quien le inspira como todo artista que se precie) y dirigida a la construcción de una historia y un espacio propios que van pivotando entre juegos lingüísticos y versos quebrados en los que el ritmo ha sido calculado al milímetro. Con estas maneras Desde las gradas se va complejizando, madura ante nuestros ojos y los poemas se hacen más confesionales, tangibles y asfixiantes según nos acercamos a la etapa del Juanpe adulto. Las tres partes que componen el poemario evolucionan desde lo ínfimo e íntimo hasta a lo general y lo compartido, especialmente en lo que atañe a las personas que ama. Por esto mismo habla mucho de flechas (relaciones, aprecios) y meteoritos (contingencias, catástrofes), de fuegos artificiales (celebraciones), de flores (palabras), de Dios (quién sabe), de fluidos corporales (con-fusiones), de todo lo que vamos descubriendo en la vida según la transitamos y que, en última instancia, va fraguando y definiendo nuestra relación con el mundo.
Utilizando un idioma propio de esencias infantiles, Juanpe nos acerca a intimidades que conectan con las nuestras, con nuestros recuerdos de infancia y primera juventud, donde el sexo, la amistad, las pasiones y las inquietudes intelectuales tienen un papel destacado porque todas ellas, en gran medida, son formas expresivas del Amor, el gran motivo de nuestro entrevistado.
A su juicio, el público ideal de su obra no tendría requisito más allá que el de cumplir, aproximadamente, su rango de edad. Sin embargo, no han sido pocas las veces en las que personas que lo sobrepasaban ampliamente le han felicitado y hablado de lo muy identificadas que se sienten con su trabajo. Para Juanpe, la literatura es allí donde la realidad y sus componentes, las cosas de la vida, se relacionan por asociaciones y cauces perfectamente inesperados, donde las analogías producen nuevas imágenes y significados con los que comunicarnos y (re)pensar el mundo. Por esto mismo y por extensión, me explica con seguridad, a la poesía no hay que tenerle miedo alguno, solo la justa estima para respetarla como arte. Es otro ámbito de la literatura, otro lugar para la reflexión y el recreo, y está abierta a todo aquel/aquella que así lo quiera.