
El Espejo Negro / Fotos : José Luis Gutierrez
Cris, Pequeña Valiente
Una historia emocionante y muy necesaria, que entretiene con su encanto a los más pequeños y educa a los adultos. Os presentamos a la pequeña gran Cristina.

Un espectáculo teatral que trata sobre la historia de una niña trans. No todos los días encuentras en tu agenda algo así. La compañía El Espejo Negro, en activo desde 1989, se ha caracterizado desde sus inicios por estrenar obras provocadoras con mensajes reivindicativos muy necesarios, como es el caso de esta. Su marcado lenguaje burlón y una técnica de realización impecable, ha marcado desde sus inicios, una forma de hacer teatro de marionetas que podría decirse que ya es una marca con denominación de origen propia de la compañía.
Teniendo esto como precedente, su nuevo trabajo, estrenado en Málaga el pasado mes de Enero, nos cuenta la historia de Cristian, un niño como otro cualquiera. La clave está en que la etiqueta dada por doctores y familia al nacer la criatura es errónea. Cristian es en realidad Cristina, una niña jovial, fantasiosa y muy entusiasta de las princesas de La Compañía del Ratón. Desde que tuvo uso de razón, comenzó a vivir unos cambios en sus pensamientos y acciones diarias que las mentes influenciadas por la Iglesia Católica no llegan a comprender. Ella quiere ser una sirena en su bañera, una diva del pop en Halloween o la reina de las nieves frente a su espejo. La protagonista no entiende por qué su familia y entorno escolar no pueden aceptar que ella tan solo se manifiesta como lo que es, una niña.

Lo que para muchas personas es imposible de asimilar, es que el cerebro es el que determina la identidad, y no los genitales. De manera muy estudiada, tras dos años de preparación antes de estrenar la obra, la compañía nos presenta con inmenso respeto lo que puede pasar por la mente de cualquiera de los niños y niñas que, como Cristina, no encajan dentro de la normatividad impuesta. En realidad, el problema, que no reside en las identidades diversas, se solucionaría fácilmente respetando la libertad de autodeterminación del género. Esto es algo que, por desgracia, a día de hoy sigue siendo un planteamiento utópico. En muchas ocasiones, el futuro que se nos puede presentar es como aquel de cualquier serie de televisión apocalíptica.

La obra es una montaña rusa emocional, donde las subidas y bajadas son estremecedoras. La representación comienza cuando las luces se apagan y suena la introducción musical de La Compañía del Ratón, y finaliza con una canción que ensalza el empoderamiento de la mujer. Lo que nos ofrece El Espejo Negro entre estas dos escenas, es una historia cruda y real transformada en ficción. El público presencia unos momentos de dureza extrema dentro del entorno escolar, donde la crueldad por parte de otros niños y la ceguera de ciertos profesores son retratadas con frialdad. Por el contrario, las partes positivas y educativas de la historia son muy emotivas. Es imposible no sentir euforia en la fiesta del colegio o enternecerse con la evolución de la familia durante la transición de la pequeña Cristina.
La escenografía está enormemente cuidada, la selección musical es ideal para darle fuerza al mensaje y el excelente trabajo de interpretación de los tres actores que se encargan del avance de esta obra durante la casi hora y media es sublime. Proyectos como este deberían ser mostrados en cada colegio, teatro y canal de televisión de este país. La ternura con la que se cuenta una historia que viven miles de familias en todo el mundo y la necesidad de educar y ponerse en la piel de Cristina por un rato, ayudan a entender lo necesario que es que a estos niños y niñas se les permita vivir como quienes son.
