Mapa de los 40 años de la pandemia del VIH | Sida en el cine y la televisión

Por mucho que los medios de comunicación nos hablen de los 40 años de pandemia que llevamos con el sida, lo cierto es que el VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana,), lleva mucho más tiempo haciendo estragos entre la población, solo que las víctimas previas importan menos al estar concentradas principalmente en el tercer mundo. Aunque oficialmente tenemos conocimiento del sida en 1981, ya llevaba varias décadas campando a sus anchas en África central, donde pasa inadvertido. Concretamente es en la República Democrática del Congo donde se contagia en 1959 un marinero británico, por contacto (hetero)sexual, de quien procede la muestra humana registrada más antigua. El cine y la televisión han llevado a su terreno, sus propias versiones de la pandemia.

Actualmente la teoría más reconocida sostiene que el VIH proviene del VIS (por sus siglas: Virus de Inmunodeficiencia en Simios), un virus que provoca síntomas similares al sida en primates, que habría pasado a los humanos en la década de los años 20 del siglo XX, también en África central. Ya sean cuatro décadas, un siglo, 62 o 113 los años que los humanos convivimos con el virus, el 1 de diciembre es el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, que aprovechamos para hacer un repaso a la amplia filmografía sobre el tema y destacando las obras audiovisuales más relevantes sobre el tema. No propongo un orden personal ni cronológico, quiero decir que no están ordenadas según su fecha de estreno ni en función de mi criterio personal, sino que voy a tratar de aplicar un orden diacrónico, es decir, en función del tiempo en que se desarrolla la acción de cada relato.

La «peste rosa» o el «cáncer gay»

• Compañeros inseparables (Longtime companion, Norman René, 1989, EE.UU.).
• En el filo de la duda (And the band played on, Roger Spottiswoode, 1993, EE.UU.).

Siendo una película independiente, Compañeros inseparables no solo es una de las primeras que alcanza gran repercusión, probablemente al llegar avalada por el premio del público en Sundance y conseguir sendas nominaciones al mejor actor en los premios Oscar y en los Globos de Oro para Bruce Davidson, sino que es la primera que traza un revelador arco que muestra la evolución de la pandemia desde 1981 hasta 1989 en Nueva York. Como suele pasar en muchas obras de esta época, el drama no solo se queda en la pantalla, sino que toca de lleno a los propios autores de la película dado que el guionista, Craig Lucas, escribe uno de los personajes, Sean, pensando en Peter Evans, quien para el momento del rodaje se encuentra en fase terminal y no llega a participar en el rodaje, mientras que Michael Carmine, quien interpreta a Alberto, fallece solo tres días después del estreno de la película, así como su propio director, Norman René, es diagnosticado de sida pocos días antes de comenzar el rodaje.

Cuatro años después, HBO produce la adaptación para la televisión de la novela de Randy Shilts, que logra tal repercusión que finalmente es también proyectada en salas de cine. Un relato impactante y perturbador centrando en el surgimiento de la epidemia en una comunidad de San Francisco, además de clarificador sobre los primeros años de incertidumbre ante el conflicto sobre la acreditación del descubrimiento del virus entre dos entregados médicos franceses, Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi, y un descarado oportunista estadounidense, Robert Gallo, desentrañando el proceso mediante el que pasa de ser un «cáncer gay» a una pandemia que afecta a toda la sociedad. Premio Especial del Jurado en Montreal, la película consigue también tres premios Emmy, incluyendo el de mejor película para televisión, entre otros galardones.

El club de las cuatro haches

• Poison (Todd Haynes, 1991, EE.UU.)

Ampliar los grupos de riesgo de los homosexuales a las personas heroinómanas, las hemofílicas y las que procedían de Haití, grupo migrante mayoritario en el que se ceba la pandemia al ser el punto en el que entra en América desde la República Democrática del Congo antes incluso de los años ochenta, no sirve para concienciar ni a la población ni mucho menos a la Administración Reagan, sino para ampliar el grupo de exclusión al que se refieren como el club de las cuatro haches. ¿De ahí que, originalmente, la ópera prima de Haynes se titulara simplemente H? Probablemente, al menos desde mi punto de vista, porque aunque uno de los relatos se desarrolle en 1944, titulado Homo, otro en 1985, aludido como Hero, y un tercero en lo que parecen los años cincuenta, Horror, el veneno al que alude el título definitivo sugiere que se trata de un relato metafórico sobre la pandemia del sida.

Claro que, hablando de metáforas, imposible no aludir a una película como X-Men (Bryan Singer, 2000, EE.UU.), ¿o acaso piensan que es casualidad la inclusión en el reparto de Bruce Davidson, nominado a sendos premios Oscar y Globos de Oro por su interpretación en Compañeros inseparables, o la de Ian McKellen, uno de los personajes principales de En el filo de la duda? Permítanme recordarles que incluso Patrick Stewart también protagoniza otra famosa película relacionada con el tema como Jeffrey (Christopher Ashley, 1990, EE.UU.).

La dolorosa era de Ronald y Nancy Reagan)

• Buddies (Arhtur J. Bressan Jr., 1985, EE.UU.)
• Invierno en primavera (An early frost, John Erman, 1985, EE.UU.) | TV-Movie
• 1985 (Yen Tan, 2016, EE.UU.)

Creo recordar una anécdota de Ana Botella, quien después de aquello de las peras y las manzanas vuelve a meter la pata al celebrar la lucha contra el VIH liderada por Nancy Reagan. No creo que haga falta explicar que las redes sociales se le echan encima para aclararle la realidad y sacarle de su ensoñación dado que la administración Reagan es la responsable directa de los años duros de la pandemia, más interesada en estigmatizar y segregar al colectivo LGBT y los demás del club de las cuatro haches que en encontrar la curación del sida. El sida llega antes a la pequeña pantalla que a la grande, en formato documental, Killer in the village (Alec Nisbett, 1983, Reino Unido), episodio 23º de la 19ª temporada de la serie documental Horizon (Nicola Cook, Adriana Timco & Catherine Wyler, 1964, Reino Unido) y Bright eyes (Tony Harrid, 1984, Reino Unido), que desafortunadamente no he podido ver y sobre las que no he podido recopilar información alguna.

El primer relato de ficción que aborda el sida, es la ópera prima y única de su autor, Arhtur J. Bressan Jr., quien fallece a causa de complicaciones derivadas del sida solo dos años después del estreno de la película. Tanto por su tema como por ser una película independiente, su repercusión es limitada en su momento, justamente al contrario que la TV-Movie producida por la NBC, quizás más edulcorada e idealista al estar sometidos sus autores a una fuerte censura para evitar mostrar imágenes demasiado afectuosas entre una pareja del mismo sexo. La pieza cosecha cuatro premios Emmy, incluyendo el de mejor miniserie o especial para televisión.

No sabría decir si es por casualidad o por una elección deliberada, pero Yen Tan elige justamente el mismo año en el que se estrenan estas dos películas, que es el año en que fallece Rock Hudson, para ubicar la acción tanto de su cortometraje, 1985 (Yen Tan, 2016, EE.UU.), como del largometraje homónimo que le sigue. La distancia en el tiempo le permite hacer una mirada retrospectiva que refleja la despreocupada diversión de quienes vivían lejos de la tragedia, y la solemnidad dramática de quienes no podían esquivarla. Otro títulos interesante estrenado poco después es Miradas en la despedida (Parting glances, Bill Sherwood, 1986), surgiendo los primeros títulos fuera del circuito anglosajón, como Casos de alarma (Benjamín Escamilla Espinosa, 1986, México), Un virus no conoce moral (Ein Virus kennt keine Moral, Rosa von Praunheim, 1986, Alemania Occidental) o Outcasts (Nie zi, Yu Kan-Ping, 1986, Taiwan).

Leyendas urbanas

• Via appia (Jochen Hick, 1989, Alemania) | película documental
• Something happened (Någonting har hänt, Roy Andersson, 1993, Suecia) | cortometraje

¿Qué sería una pandemia sin su conspiranoia? A mitad de camino entre el documental y el docu-drama, la película del cineasta alemán dispara la leyenda de la aventura nocturna que tienes con un desconocida, que ya no está cuando despiertas y te ha dejado un mensaje de bienvenida al club de los infectados con el sida. Todavía más rocambolesco es el cortometraje del cineasta sueco, que va mucho más lejos al tratarse de un encargo que le hacen de una película educativa para su proyección en entornos escolares, dando rienda suelta a una conspiración sobre el origen humano del virus, desatado deliberadamente para erradicar colectivos molestos. Punto de inflexión en su trayectoria, su filmografía posterior puede demostrar que no se trata más que de un elaborado y estilizado disparate muy acorde con su surrealista sentido del humor.

Vitales tratamientos sanitarios

• Dallas Buyers Club (Jean-Marc Vallée, 2013, EE.UU.)
• Pose (Steven Canals, Brad Falchuk & Ryan Murphy, 2018-2021, EE.UU.) | serie de televisión

Si hubieran puesto el mismo interés en luchar contra el sida que el que han puesto en luchar contra el coronavirus otro gallo nos cantaría. Solo gracias al activismo y la presión ejercida en los años noventa se consigue avanzar y el sida pasa de ser una sentencia de muerte inminente con cada diagnóstico a ser una enfermedad crónica que te permite seguir manteniendo tu forma de vida con toda normalidad. No es de extrañar que en aquel entonces surgieran perfiles como los de Ron Woodroof, quien se hace conocido gracias a un reportaje de Bill Minutaglio, que se publica en The Dallas Morning News, y que lleva a Craig Borten a desarrollar la idea para un guion cinematográfico, entrevistándose con Woodroof solo un mes antes de su fallecimiento.

En este punto, es imposible no hacer referencia a la fabulosa y extraordinaria reconstrucción que de los tiempos de los balls de Harlem la glamourosa serie de HBO. Más allá de que esté centrada en la comunidad transexual, la influencia de la pandemia es uno de los grandes temas de la película, que cobra gran protagonismo hacia su segunda temporada y desplaza el resto de temas en la tercera. El propio Murphy ya había ensayado el tema en The normal heart (Ryan Murphy, 2014, EE.UU.), adaptación de la obra de teatro homónima de Larry Kramer, que profundiza en las prácticas negacionistas de la administración Reagan y cómo son los sanitarios los primeros que se alían con la comunidad LGBTI. Podría mencionar otras series como It’s a sin (Russell T. Davies, 2021, Reino Unido) y When we rise (Dustin Lance Black, 2017), la primera centrada en los efectos de la pandemia en una comunidad británica, mientras que la segunda recorre todo el movimiento por la lucha de la comunidad LGBTI en los Estados Unidos.

Volátiles litigios legales

• Philadelphia (Jonathan Demme, 1993, EE.UU.)
• Juicio a un menor (The Ryan White story, John Herzfeld, 1989, EE.UU.)

La base del relato de Jonathan Demme parece estar en dos demandas por despido improcedente por parte de sendos bufetes de abogados, la de Geoffrey Bowers contra Baker McKenzie y la de Clarence Cain contra Hyatt Legal Services, los primeros litigios por discriminación a causa del sida. Más allá de la repercusión que la película obtiene con el hecho de ser la primera de la industria de Hollywood en tratar el tema, su protagonista, Tom Hanks, consigue el premio Oscar al mejor actor, lográndolo igualmente al año siguiente por otra película, Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994, EE.UU.), en la que su protagonista también tiene el sida, aunque no se llega a mencionar la enfermedad en los 142 minutos que dura la película.

No porque haya tenido mucha menos repercusión deja de ser menos trascendente el litigio en torno a Ryan White, un adolescente hemofílico de 13 años que contrae la enfermedad a través de la sangre de un donante. Su familia decide demandar a su escuela por discriminación cuando le prohíben volver tras ser diagnosticado de sida. Más allá de que se convirtiera en todo un referente de su época y la cara más visible de la pandemia, su fallecimiento impulsa la Fundación de Elton John contra el sida, sirviendo de inspiración para las canciones Gone to soon de Michael Jackson y Here in my heart de Tiffany, además de servir de impulso para que el Congreso de los Estados Unidos apruebe la denominada Acta Ryan White Care, que permite el acceso de los programas sanitarios a personas sin recursos, que sigue vigente en la actualidad y ha sido mejorada por distintas Administraciones.

Activismo y militancia

• Cómo sobrevivir a una epidemia (How to survive a plague, David France, 2012, EE.UU.)
• 120 pulsaciones por minuto (120 battements par minute, Robin Campillo, 2017, Francia)

«Pórtate mal» es lo que significa ACT UP, acrónimo de AIDS Coalition to Unleash Power (Coalición del sida para desatar el poder, en español), una asociación de acción directa, fundada en marzo de 1987 en Nueva York, y creada con el objetivo de llamar al atención sobre la invisibilización, desatención y discriminación que padecen los enfermos de sida, sean o no miembros del club de las cuatro haches, y promover la investigación científica por parte de las Administraciones. Si bien el documental en el que participa Peter Sasley, Cómo sobrevivir a una pandemia, consigue ser finalista a los premios Oscar en su categoría, lo cierto es que ha tenido mucha más repercusión la película de Robin Campillo, ganadora del Premio Especial del Jurado en Cannes.
El director y su guionista, Philippe Mangeot, se basan para el relato en sus propias experiencias en la facción francesa de la organización activista, además de sus propias experiencias personales, como vestir «a un novio en su muerte». Esta faceta activista del cineasta se deja ver en la coherencia del reparto de la película, para la que utiliza actores con la misma orientación sexual de los personajes que interpretan. No deja de ser curioso que, estrenada tres años antes de la irrupción del coronavirus en nuestras vidas, la película incluyera una demostración de cómo partículas microscópicas expandidas por la atmósfera podrían conectarse y adherirse a un virus en un espacio humano compartido.

Cadáveres exquisitos

• Blue (Derek Jarman, 1993, Reino Unido)
• Cazuza: el tiempo no para (Cazuza: o tempo não pára, Walter Carvalho & Sandra Werneck, 2004, Brasil)

Como todas las pandemias, la del sida tampoco sabe de discriminación. De hecho, es muy probable que fuera su incidencia en personas tan famosas como Liberace, Gia Marie Carangi, Freddie Mercury o Rock Hudson la que permite su visibilidad de manera más «normalizada» y una toma de conciencia menos demonizada, por decirlo de alguna manera. Si muy interesantes resultan películas como Liberace (William Hale & Tommy Gorszman, 1988, EE.UU.) o Rock hudson’s home movies (Mark Rappaport, 1992, EE.UU.), y quizás demasiado convencionales puedan resultar títulos como Gia (Michael Cristopher, 1998, EE.UU.) o Bohemian Rhapsody (Bryan Singer, 2018, Reino Unido & EE.UU.), todas ellas obras estimables, un servidor prefiere resaltar el ensayo del cineasta británico a través del que muestra su frustración tras ser diagnosticado con la enfermedad, así como la biografía del cantante de rock brasileño, Cazuza, obras que quizás hallan trascendido en menor medida, la primera por demasiado experimental y la segunda por demasiado «extranjera».

Otras biografías de interés pueden ser las de Roy Cohn, el controvertido abogado del infame Joseph McCarthy, Ciudadano Cohn (Citizen Cohn, Frank Pierson, 1992, EE.UU.), la del clavadista olímpico estadounidense, Greg Louranis, Breaking the surface: the Greg Louganis story (Steven Hilliard Stern, 1997, Canadá & EE.UU.) o la del ilustre fotógrafo Robert Mapplethorpe en Mapplethorpe (Ondi Timoner, 2018, EE.UU.), entre muchas otras.

Otras latitudes

• Los amigos de Peter (Peter’s friends, Kenneth Brannagh, 1992, Reino Unido)
• Las noches salvajes (Les nuits fauves, Cyril Collard, 1992, Francia)
• Yesterday (Darrell Roodt, 2004, Sudáfrica)
• Últimos días en La Habana (Fernando Pérez, 2016, Cuba & España)

La pandemia del sida no solo hace estragos en los Estados Unidos, sino que se extiende con rapidez a Europa y el resto del mundo. Después de la filmografía estadounidense, es la británica y la francesa donde más proliferan los títulos relacionados con el tema, llegando también hasta Latinoamérica. De entre las películas británicas llama la atención en su época un título como Los amigos de Peter, que propone la reunión de un grupo de amigos de juventud, antiguos colegas de teatro, que comparan sus vidas actuales, comparten sus secretos y aprovechan para tratar de enmendar los errores del pasado pensando en un futuro que ya no llegará para uno de ellos. De entre las películas francesas destaco la de Collard, basada en su propia experiencia como bisexual y como enfermo de sida, que además fue todo un acontecimiento en su tiempo alcanzando una gran repercusión internacional y los premios Cesar correspondientes a la mejor ópera prima y mejor película del año, un logro que su autor no pudo disfrutar al fallecer solo tres días antes de la ceremonia.

La primera obra latinoamericana es la cinta mexicana que menciono en el bloque de la Administración Reagan, pero una de las que consigue más repercusión en su tiempo es la argentina, El resultado del amor (Eliseo Subiela, 2007, Argentina), pero recientemente nos llega otra flamante obra sobre el mismo tema desde Cuba, Últimos días en La Habana (Fernando Pérez, 2016, Cuba & España), que logra gran repercusión al conseguir 2 premios en el Festival de La Habana y el premio a la mejor película iberoamericana en Málaga, consiguiendo varias nominaciones en los premios Ariel y Platino. Nuevamente, quizás la que ha pasado más desapercibida sea la película sudafricana, primera obra rodada en lengua zulú, que consigue colarse entre las películas nominadas a la mejor película extranjera con el relato de una mujer que lucha por proporcionar una educación a su hija mientras su marido trabaja de minero lejos de casa, cuya vida se desmorona en el momento en que es diagnosticada con el sida.

Menores de edad

• Precious (Precious: Based on the Novel ‘Push’ by Sapphire, Lee Daniels, 2010, EE.UU.)
• Verano 1993 (Carla Simón, 2017, España)

Ya he adelantado algún título sobre menores de edad que no solo son diagnosticados con sida, sino que además son víctimas de discriminación. De hecho, el mismo año al que a Ryan White le niegan el acceso a su escuela, es expulsada de la suya la protagonista de la película de Daniels, siendo su caso todavía más extremo y doloroso dado que lo ha contraído por el reiterado abuso sexual al que le ha sometido su propio padre. Seis años después, en una pequeña comunidad neorrural de Cataluña, la Garrotxa, una niña cuyos padres se habían infectados por el uso de las drogas y que nace ya con la enfermedad, también sufre la discriminación, aunque, afortunadamente, de una manera mucho menos traumática y dolorosa. De hecho, la propia niña crece y se convierte en cineasta, contando su propia experiencia en una deliciosa película por la que consigue múltiples premios internacionales, incluyendo el premio a la mejor ópera prima en la Berlinale, así como tres premios Goya.

Nuevas realidades

• Vivir hasta el fin (The living end, Gregg Araki, 1992, EE.UU.)
• Kids (Larry Clark, 1995, EE.UU.)

Podemos entender el surgimiento del New Queer Cinema como una respuesta a la suavidad con la que la industria del cine refleja el trauma de la comunidad LGBTI por la pandemia del sida, sin duda consecuencia del negacionismo y la estigmatización promovidas desde la Administración Reagan. Pero también es cierto que las nuevas generaciones, que no han vivido con tanto dolor la década de los ochenta, se enfrentan a la pandemia y sus consecuencias de una manera bien distinta, lo que en el cine se traduce en una forma más radical y controvertida de reflejar su realidad. Issac Julien, Tom Kalin y Todd Haynes, cuya primera película ya he mencionado en el segundo bloque de esta lista, son los primeros aludidos con la etiqueta del New Queer Cinema, surgiendo posteriormente otros todavía más radicales como Gregg Araki o Larry Clark.

En el caso del primero, su película es una especie de road movie en la que dos seropositivos se dejan arrastrar hacia una fuga tan salvaje como hedonista de libertad despreocupada después de matar a un policía homofóbico, en lo que muchos han interpretado como una especie de versión gay de Thelma & Louise (Ridley Scott, 1991, EE.UU.). Por su parte, el ejercicio del segundo, aunque menos radical en su propuesta es mucho más perturbador en su resultado, al reflejar sin tapujos la desinhibida manera en la que un grupo de adolescentes viven su sexualidad, sin prestar atención a la pandemia, exactamente como ha vuelto a pasar con la pandemia de la COVID. Ambos cineastas reinciden sobre el tema en mayor o menor medida en varias obras posteriores.

Realidades invisibles

• Antes que anochezca (Before night falls, Julian Schnabel, 2000, EE.UU.)
• La horas (The hours, Stephen Daldry, 2002, Reino Unido & EE.UU.)

Actualmente se contabilizan 36,9 millones de personas infectadas por el VIH en todo el mundo, según ONUSIDA. Contando solamente las últimas cuatro décadas, cuando se descubre oficialmente la enfermedad, se calcula que 78 millones de personas han sido infectadas, de las que 39 millones han muerto como consecuencia del sido o enfermedades relacionadas. Pero algo me dice que en las cifras de esos fallecidos no se incluye a aquellas personas que deciden terminar con sus vidas antes de que lo haga la enfermedad. El suicidio sigue siendo una lacra de la sociedad, sobre la que las administraciones siguen sin prestar atención, por eso me parece pertinente aludir a dos títulos, curiosamente relacionados con escritores, real uno, Reinaldo Arenas, e inventado el otro, Richards Brown, terminando ambos suicidándose como consecuencia de ser ambos seropositivos. Una realidad que, con toda probabilidad se llevó por delante muchas otras vidas antes de tiempo.

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