Texto :  Luis M. Álvarez /  Fotos : Sony Pictures

VENOM SALE DEL ARMARIO

Venom: el simbionte que vino del espacio para salir del armario y vivir una historia de amor con su anfitrión.

No vas a tener que convencer a nadie de la orientación sexual de Venom, porque se encarga de ello el propio Andy Serkins, director de Venom: habrá matanza (Venom, let there be carnage, 2021, EE.UU.), quien asegura en una entrevista para Uproxx no solo que se trata de un personaje abiertamente LGBT, sino que la relación que mantiene con su anfitrión, Eddie Brocks (Tom Hardy), es «una historia de amor». Independientemente de la ambigüedad que podemos encontrar en algunos diálogos y situaciones del relato, el cineasta se refiere a una secuencia en concreto, esa en la que, después de «romper» con Eddie, el simbionte se cuela en una fiesta de disfraces en la que tras venirse arriba porque todo el mundo le felicita por el suyo, que es su apariencia real, se sube al escenario para difundir un discurso repleto de dobles sentidos en los que se pueden identificar muchas minorías y colectivos y a través del que «sale del armario».

Una secuencia que surge por iniciativa del propio Tom Hardy, que desarrolla en estrecha colaboración con la guionista del relato, Kelly Marcel, siendo aceptada sin rechistar por el propio Serkins, que para eso había sido elegido por Hardy para dirigir el proyecto. ¿Es posible que los desencuentros que el actor tuviera con Ruben Fleischer, director de su precedente, Venom (2018, EE.UU.), pudieran tener su origen en su intención de sugerir la orientación sexual del personaje? Pues no debería extrañarnos si tenemos en cuenta que se trata del director de Bienvenidos a Zombieland (Zombieland, 2010, EE.UU.), obra que no por molona para algunos, deja de ser menos reaccionaria para otros. Pero, permítanme rebobinar un poco para entender cómo un personaje de Marvel, aunque sea de un universo paralelo, que no específicamente del MCU (Universo Cinematográfico de Marvel, por sus siglas en inglés: Marvel Cinematic Universe), ha conseguido salir del armario sin que parezca que vaya a descalabrarse en taquilla y que nadie se haya rasgado las vestiduras por ello.

La primera aparición cinematográfica del personaje tiene lugar en Spider-man 3 (Sam Raimi, 2007, EE.UU.). Inmediatamente surge la idea de hacer un spin-off que desarrolle su origen, en la línea de X-Men orígenes: Lobezo (X-Men origins: Wolverine, Gavin Hood, 2009, EE.UU.). Pero entre que Raimi decide no seguir involucrado en las películas del hombre araña, que el reinicio de la serie con The Amazing Spider-Man (Marck Webb, 2012, EE.UU.) no alcanza las expectativas económicas esperadas, y que Marvel prefiere volcarse en el enésimo renacimineto de Spider-Man, esta vez en la forma de Tom Holland, que explotar un personaje cuyos derechos de explotación están en posesión de Sony, que no de ellos, terminan por no solo desestimar el proyecto ni solicitar la eliminación de las secuencias que incluyen a Holland. A pesar de todo, Sony decide dar luz verde a una nueva propuesta que surge con un guion de Dante Harper,  ahora inspirado en dos aventuras gráficas del personaje desarrolladas por David Michelinie, Venom: lethal protector (1993) y Planet of the symbiontes (1995), y que aspiran a producir Avi Arad y Matt Tolmach con la idea de hacer una versión dirigida a un público menos familiar y mas gamberro que adulto, en la línea de Deadpool (Tim Miller, 2016, EE.UU.), personaje cuya ambigüedad sexual es una de sus señas de identidad.

A pesar de que durante el rodaje de la película parecen surgir discrepancias entre la representación del personaje entre director y protagonista, lo cierto es que  Fleischer le da la suficiente libertad creativa a Hardy para llevar al personaje hacia donde considera necesario, siendo iniciativa suya la secuencia en la que Brock se mete en el acuario del restaurante repleto de bogavantes, por ejemplo. Aunque no en la primera, lo cierto es que el propio actor británico aparece acreditado como guionista en la secuela, junto a Marcel, quien ya estuviera integrada en el equipo de guionistas que terminan dando forma a la primera, ¿de ahí que ya podamos detectar algunos momentos ciertamente ambiguos? Permítanme un breve repaso:

  1. El sutil momento en que Eddie Brock, desesperado porque no encuentra trabajo, se ofrece a aceptar cualquier tipo de puesto, aunque tenga que desempeñar sus funciones vestido de mujer, aludiendo directamente a Tootsie (Sydney Pollack, 1982, EE.UU.).
  2. El beso entre Andy y Anne Weying (Michelle Willimas), cuando ya no están juntos, teniendo ella que aclarar que no se lo da por iniciativa propia, sino impulsada por el simbionte, que utiliza en ese momento utilizando su cuerpo como anfitriona, y que es quien siente la necesidad de besar a Andy.
  3. Podríamos tener en cuenta la declaración del cambio de opinión del simbionte, que pasa de buscar desesperadamente un medio para volver a su mundo en el espacio exterior a pretender hacer de nuestro planeta su nuevo hogar, gracias únicamente a la excepcional compatibilidad que experimenta con su anfitrión.
  4. Por no hablar de la sugerente manera en la que Eddie Brock explica cómo el simbionte toma posesión de su cuerpo: por el culo (en un futuro no muy lejano esto podría considerarse discriminatorio).

Además de vegano, y animalista, Tom Hardy es un activista entregado que está involucrado en diferentes organizaciones en favor de los niños, a las personas desfavorecidas y a las discapacitadas, así como ofrece su apoyo desinteresado en iniciativas para crear conciencia sobre trastornos mentales y enfermedades terminales. No debería extrañarnos que a todas estas causas sume ahora su interés por los derechos del colectivo LGTB. Tampoco es que en la película se haga una alusión directa y explícita a la identidad sexual del personaje, pero sí que es cierto que la relación que sostienen es muy parecida al tira y afloja de cualquier pareja, sea del mismo sexo o no.

Por otro lado, Marvel siempre se ha manifestado al lado del colectivo LGBT, como cuando se une a Disney en su amenaza de boicot al estado de Georgia ante la posibilidad de aprobación de la Ley 757, que incluía una polémica medida que permite a ciudadanos, empresas y entidades gubernamentales a la discriminación en base a creencias religiosas, que es vetada finalmente por su gobernador. También es cierto que en varias ocasiones han aireado su intención de incluir representaciones del colectivo LGBT en sus películas, aunque al final todo queda en propaganda y buenas intenciones, porque ni el personaje de Tessa Thompson en Thor: Ragnarok (Taika Waititi, 2017, EE.UU.) ni los de Danai Gurira y Florence Kasumba en Black Panther  (Ryan Coogler, 2018, EE.UU.) consiguen llegar al montaje final de sus respectivas películas. Tan solo el hermano de Thor insinúa su bisexualidad, pero no en la pantalla grande, sino en la pequeña, en un episodio de Loki (Michael Waldron, 2021, EE.UU.).

Esperando el momento en que Marvel se anime y amplíe la visibilidad del colectivo en la gran pantalla, podemos valorar la salida del armario del simbionte en Venom: habra matanza, desde este viernes, 15 de octubre, cuando la película se estrena en salas comerciales españolas. Es posible que en la secuela haya menos guiños ambiguos que en la anterior, más allá de la secuencia de la fiesta y de la manera en la que se desarrolla la relación cotidiana de la pareja, pero no va a ser un servidor quien pretenda llevarle la contraria a Serkins, Marcel y Hardy, cuya intención de mostrar al personaje como miembro del colectivo LGTB es tan clara y contundente. Que consiga transmitirlo realmente en el relato y que así sea asimilado por el gran público es otra cosa, como  también que su punto de vista perdure en las próximas aventuras del personaje.

Trailer presentado por el propio Serkins

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